domingo, 11 de diciembre de 2011

Las motas del jaguar

El vaho invade el espacio frente a mi. Cuando camino, veo azules en mis manos; veo blancos. En mi piel se dibujan grietas; la edad se hace relieve y en sus minúsculos desfiladeros se guarece el aire calmo, sombrío, desmañanado. Las uñas se desperezan de sus tonos también azulados mientras urgo en mis bolsillos por monedas, tan frías tan impávidas tan violentas.

Mis yemas sienten esa violencia de lo intercambiable. Un pasaje, dos pasajes; el primero con calor de multitud, esa que hasta en domingo sigue su trabajo; el segundo con el frío que se quedaba mirando en las ventanas. Mi rostro con minutos de descanso, en los ojos se podría mirar que se contaron los latidos antes de ese sueño breve, esporádico, efímero. Mi boca con sonrisa inacabable, inalcanzable por aquellos trazos que antes la dibujaron y desdibujaron tantas veces. Las motas del jaguar en la noche.

Bajo, una calle desolada. Unos montes de frente, cobijados por neblinas heladas. Media hora y la misión quedará cumplida. Echo a andar. Entre mis manos, mi cuerpo; las grietas siguen ahí y mis ojos siguen mirando azul con blanco. Cada vez menos nítido, el cansancio comienza con sus estragos cuando la adrenalina se esfuma por los poros sudados.

Siento la piel. Aún tiembla, hace frío. Siento la carne, aún tiembla pero no por frío.

Entre mis labios existe un espacio. Flexible. El tiempo atraviesa el espacio y ahora, con el vaho escapando, tiembla mi lengua con las huellas del jaguar. Cada silencio forzado, un dedo frente a tu boca; cada suspiro apresado, tu piel en mi boca; cada huella de tus dientes en mis hombros, en mis brazos; cada pupila en mis cabellos, en tus párpados, en mis iris, en mis labios, bajo el dintel y en el umbral de un grito enmudecido que escuchaste de soslayo.

La humedad que se lleva puesto el calor de mi sangre y de mis entrañas, las que se fundieron con tus acequias, para formar una nubecita frente a mis pasos. Esa es la que imprime en el aire cada mota que dejaste. Mientras, el río espera, acecha, te está mirando.

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