lunes, 27 de mayo de 2013

Don Goyo: El guerrero de fuego y agua

El Popocatépetl es uno de los volcanes más emblemáticos de México, y no sólo por ser el segundo pico más alto y la eterna fumarola que lo adorna, razón de su nombre: montaña que humea en náhuatl. Cualquiera que conozca al “Popo” recuerda el dueto que forma con la Iztaccíhuatl o “la volcana”, como la llaman los lugareños, y la leyenda del guerrero y la princesa que se teje a su alrededor. Junto con el Citlaltépetl o Pico de Orizaba, la Iztaccíhuatl, el Nevado de Colima, el Nevado de Toluca y el volcán Malitzin en Tlaxcala, forma las seis montañas coronadas de glaciares. Sin embargo, el coloso lleva más medallas que las que acabo de mencionar.
Cumbre nevada del Popocatépetl vista desde el Iztaccíhuatl. (Foto: Javier Guzmán Sánchez).


Don Goyo se viste con riquísimos y densos bosques de coníferas, tan viejos que vieron correr a los tamemes mexicas que llevaban nieve cada mañana a los palacios de la Gran Tenochtitlán. En esos bosques habitan numerosas especies de animales, hongos y plantas. Dependiendo de la hora, con una sencilla caminata desde Paso de Cortés, lugar donde se unen los dos volcanes, se pueden ver todos estos organismos.

Antes del amanecer, con mucha suerte, podrían encontrarse los pocos coyotes que quedan y hay quien dice que ha visto huellas de puma, ya entrada la mañana el halcón de cola roja podría volar a la misma altura de nuestra mirada esquivando las ramas en busca de pequeños roedores; en los tramos de bosque viejo uno puede toparse con un pájaro carpintero hurgando entre los huecos de la corteza de oyameles y ayacahuites. A medida que se deja atrás el bosque y se internan los pasos en los pastizales, se corre el riesgo de caer en los túneles de tuzas que van devorando las raíces de las plantas y, con mucha suerte, en la curva menos esperada puede pasar corriendo la gran estrella de los volcanes: el conejo teporingo, que tiene la peculiaridad de ser endémico de México, es decir que vive exclusivamente en nuestro país.

Sería muy complicado encontrar cada una de las 74 especies de hongos que se conocen en los volcanes, pero con una visita en temporada de lluvias bien que se pueden comer un par de quesadillas de los hongos silvestres; ya los alucinógenos son otro cantar, ¡no se diga de los varios tóxicos que crecen entre los pinos! Y bueno, con sólo pasar la mirada mientras se sube por la carretera pavimentada del lado de Amecameca o por la terracería del lado de Puebla, se alcanzan a ver los pinos y oyameles que forman los bosques; con una mirada de cerca, se pueden notar las rocas vestidas con musgos que parecen volver a la vida con las primeras lluvias y helechos escondidos a los pies de los árboles. Ya en el albergue de Paso de Cortés se notan las reforestaciones que van creciendo entre el zacatón que forma el pastizal alpino que se adorna con arbustos y flores extrañísimas. Toda esta diversidad, que Don Goyo comparte con La Mujer Dormida, ha sido razón suficiente para que ambos formaran el Parque Nacional Izta-Popo desde 1935. Precisamente son un hermoso ejemplo de cómo se pueden conjugar el fuego y el agua en las entrañas de un volcán.

Desgraciadamente no se puede subir en estos días a Paso de Cortés. Cualquiera que encienda la radio, la televisión o revise los periódicos, sea impreso o virtual, se entera de la fuerte actividad del volcán. Don Goyo guarda enormes cantidades de lava y otros materiales incandescentes. Definitivamente un guerrero con fuego en las entrañas. El cráter, que desde 1994 se encuentra cerrado al público por sus frecuentes exhalaciones, deja escapar lodos al rojo vivo y rocas llamadas piroclastos que con solo tocar el zacatón de las laderas generan incendios que despachan cuanto encuentran a su paso por kilómetros incluso durante días. Los incendios se combaten con brigadas formadas por los mismos ejidatarios y coordinadas por personal del Parque Nacional, para evitar que acaben con el ecosistema y alcancen las poblaciones de las faldas. Sin embargo, un incendio no es una catástrofe… Al menos no del todo.

Las coníferas que pueblan los bosques de los volcanes cuentan con especies que, curiosamente, sólo pueden reproducirse con fuego; sus semillas desnudas, en los conos que solemos llamar piñas, no podrían germinar de otro modo. Entonces, con el fuego que inicia los incendios es posible que los ecosistemas en Don Goyo sigan su dinámica natural. Claro que el incendio no siempre se origina con todas esas cosas que arden y se funden en las galerías dentro del Popocatépetl; a veces es la chispa de un rayo en las tormentas o basta con una colilla mal apagada o una fogata desatendida. En estos últimos casos, la fuente del fuego no es propia del ambiente en que vive el bosque y es cuando su dinámica se rompe. En los otros casos, el fuego contribuye a que los árboles viejos cedan paso a las nuevas plantulitas que poco a poco llenarán los claros que dejen sus ancestros.

Al crecer, las plantas van desarrollando sus raíces entre las rocas del suelo en busca de nutrientes y algo que es vital: el agua. Entre la superficie del volcán y la intrincada red de túneles que comunican sus chimeneas con el magma del manto terrestre, hay una serie muy gruesa de estratos que forman el suelo sobre el que crecen los bosques y zacatonales. Esta serie se mantiene unida gracias a las raíces que abrazan el suelo. Ahí, entre ésos estratos, corren y escurren pequeños arroyos subterráneos e invisibles. ¿Cuántos hay? ¿Por dónde pasan? ¡Nadie podría decirlo con exactitud sin tener que partir en cachos a Don Goyo!

De todas maneras, es fácil ver cómo el agua va entrando en la tierra. Sobre el volcán, la lluvia es siempre torrencial; comienza con grandes gotas y mucho viento, luego se sigue el granizo y en invierno se alcanzan las nevadas. En las veredas alfombradas de tierra y ceniza se forman charcos, por las hojas de zacatón, arbusto o árbol van escurriendo chorritos de agua primero y gotas pequeñas después de la lluvia. El agua siempre vuelve a la tierra y con el paso del día va entrando, poco a poco, la que escapa a la evaporación por el sol. Algo parecido ocurre cuando los hielos de la cumbre de Don Goyo, como si fueran sus canas, se van derritiendo y forman hilillos de agua que crecen hasta ser ríos mientras va montaña abajo, entre las plantas, mojando ceniza. A veces, esa agua se mete entre los huecos del suelo y los intersticios que quedan entre cada grano de tierra; otras veces, corre hasta los valles en grandes caudales.


La infiltración no sería posible sin plantas que afianzaran el suelo con sus raíces y éstas no podrían crecer si el ambiente con que se viste Don Goyo pierde el equilibrio. Con la recarga de los acuíferos que corren bajo Don Goyo y su compañera, es posible dar agua a los municipios que se extienden a su alrededor, en los valles de México, Morelos, Puebla y Tlaxcala, formando una de las zonas más pobladas del planeta. Con el tiempo, la blanca cima del guerrero se hace más negruzca y el monte donde conviven agua y fuego se va secando para volverse solamente un horno colosal.
Las canas de los glaciares forman ríos que poco a poco van hacia los valles y a veces se juntan, bajo tierra, con los acuíferos. (Foto: Javier Guzmán Sánchez).

miércoles, 17 de abril de 2013

¿Será?

De nuevo andamos por aquí. ¡Ya era justo! Tanto tiempo de abandono era una falta de respeto. Ojalá no hayan sentido la ausencia.

La cosa es: La maldita página en blanco. A veces uno salta con una idea, pero se da cuenta de que falta sustento, así que nos dedicaremos a una cuestión de opinión: ¿Será culpa de las tecnologías? Y me refiero específicamente a dos casos: Los OGM y la dependencia del internet y la electricidad.
 

Es cierto que la velocidad con la que nos comunicamos nos mete en una inercia difícil de combatir, así que buscamos mantener el paso. Que mandar mensajes más rápido y barato, que tener el mejor rendimiento eléctrico y electrónico, que poder compartir no sólo un pensamiento también una vista o un suceso con todo y detalles. ¡Vamos! La lista es enorme y cada elemento puede resolverse con los constantes adelantos tecnológicos. Pero el ritmo trepidante de pronto convierte el gusto por comunicar a gran velocidad en una necesidad, y luego en un modo indispensable de vivir.

Hace un par de semanas estábamos buscando como locos (cada quién busca a su manera) un lector de tarjetas de memoria o un convertidor de memoria XD a SD. Indistintamente de cómo se solucionó la cosa, me percaté de que la cámara de la que queríamos descargar las fotografías realmente no era vieja, era de este mismo siglo, y sus accesorios ya eran tan obsoletos que estaban descontinuados.


¡Lo sé! Es chiste viejo. La tecnología lleva esa aceleración desde el siglo pasado.

El detalle es que eso me llevó a pensar ¿acaso ya no es útil mi celular? (huelga decir que su máxima tecnología es el bluetooth). Eso me aterró, porque parece que la vida no tendría sentido sin suficientes chunches electrónicas como para revisar el feisbuc y el tuiter cada instante, como para poder tener acceso a la red con suficiente potencia como para subir y bajar archivos de peso considerable.

Claro, no es culpa del ingeniero. Él invento un teléfono celular para agilizar los servicios en un hospital; él inventó un sistema de red para procesar datos de manera confidencial y cerrada; él inventó un objeto para inmortalizar momentos. Pero ¿acaso los inventaron para esclavizar? Cualquiera que simpatice con la teoría de la conspiración diría, con el adecuado tono paranóico, que sí; en mi caso, digo que no. Los avances no tienen la culpa.

Lo mismo sucede con los OGM. ¿Que son malos? Bueno, dudo que exista maldad en algo cuya moral no se conoce. Más allá de ese simplismo, la manipulación genética ha servido para numerosos avances en el conocimiento de la naturaleza de las moléculas de los seres vivos. Se han encontrado mejores maneras de combatir los efectos de bacterias, virus y demás bichos. Se han encontrado formas de "mejorar", en terminos de rendimiento para beneficio humano, diversos organismos. Incluso, formas de conservar organismos al borde de la desaparición.

Pero eso lleva un costo: Pérdida de biodiversidad ante la uniformización de la identidad genética de los seres vivos. Y peor aún, la posibilidad de patentar la vida.

Sin embargo, ello no es culpa del interés legítimo de un científico. Al menos no en la generalización de la disciplina completa, que afortunadamente nos obsequia el beneficio del anonimato.

¿Dónde está el problema?

Una opinión no basta, y prometo una entrada con sustentos razonables. Por ahora, me resigno a decir que el problema estriba en la manera en que funcionan esos temas (que son entramados de conceptos, ideas y enunciaciones). ¿A qué me refiero con esto de funcionar?

Según Mary Hesse, las teorías científicas son redes de conceptos que se entrelazan y se desarrollan en el seno de alguna disciplina científica para explicar y procurar comprender algún aspecto de la realidad. La función de estas redes es justo ser asimilada y comunicada efectivamente con un público tanto especializado como no especializado, y que derivado de esa asimilación, tengan repercusiones en diversas formas de aplicación (no necesariamente ingenieriles y materiales).

Así, digo que el desarrollo de tecnologías como los gadgets y los OGM no es malo, sino la forma en que nos relacionamos con esos desarrollos y esta forma depende en gran medida de nuestra cosmovisión. Es entonces cuando resuena en mi cabeza la palabra "consumismo".

Hasta la próxima...

domingo, 16 de diciembre de 2012

Estrechez en el horizonte

Recientemente me he encontrado con camaradas de ciencia, compañeros de disciplina, y en estos encuentros ha vuelto a cuento una vieja controversia: La estrechez de sus visiones. Tampoco es que me quiera entrometer en temas de metafísica y cosas por el estilo. Es una reflexión que pretendo poner en crudo.

Hace años que me intereso por la divulgación de la ciencia a pesar de que aún no logro iniciarme formalmente en la disciplina. En un principio, hacía corajes al escuchar gente que se expresaba literalmente así: "Yo no tengo por qué enseñarle a idiotas cosas que la verdad no van a entender" y, como consecuencia, se condenaba al olvido el conocimiento sobre el mundo empírico. Ahora, me entristezco.

La tristeza no es por la condena literal al enclaustrar la información. Más bien, me da mucha tristeza escuchar soberbia en gente que debería de evitarla; no tanto por la labor de divulgador, sino por la razón de las ciencias naturales: estudiar el mundo empírico toda vez que su comprensión nos ayudará a comprendernos más, lo cual implica colocarnos en un sitio diametralmente opuesto al de amo y señor del universo (merced a la herencia divina o lo que gusten).

Lo peor viene cuando esas mismas palabras de soberbia salen de quien busca ser divulgador. De cualquier modo, la cosa va así: ¿qué tan amplio es el criterio?

Independientemente de nuestra disciplina, es frecuente que la gente condene a las primeras de cambio y no con un "me gusta o no me gusta" sino con "es inferior" o con construcciones que acusan en su sentido lo chocante que es hablar de un tema y su menosprecio.

Pongo el ejemplo: Se habla de un bicho cualquiera ante un público más bien heterogéneo; es bueno exponer las características biológicas de ese ser vivo, eso habla del dominio disciplinario. Sin embargo, ese mismo dominio se merma cuando sólo se hiper-especializa. Por el contrario, el conocimiento especializado (biológico en este ejemplo) cobra un mayor sentido cuando se sitúa en una realidad en la que no sólo valen taxonomías y moléculas, cuando se vincula con una realidad menos ajena a ese público heterogéneo.

Sin embargo, mucha gente goza de alimentar su ego al mostrar su conocimiento sin buscar que sea comprendido en un diálogo con el lector-escucha-testigo. Es entonces cuando el resultado es hartazgo y rechazo por quienes no comparten la estrecha visión del expositor, y se alimentan declaraciones como las que abrieron esta reflexión: nadie entiende, ergo se condena al olvido.

No sólo de pan vive el hombre. Es una característica de la "universidad" ese carácter "universal" que tanto se ha diluido en el absurdo afán de coleccionar especialidades, disciplinas estrechas que poco a poco se hacen  más ajenas al humano. Ya he hablado del tema en otras entradas, y se vincula con este porque justo cuando se trata de entender el mundo empírico, como lo reflexionó el buen René Dubos en Los sueños de la razón, uno no puede tener estrecho el horizonte.

lunes, 1 de octubre de 2012

Árboles para beber

Todos los días tocamos agua, la dejamos correr por nuestro cabello, nuestra boca, nuestra piel, nuestras cosas. Cuando llueve, el agua cae entre las hojas y las ramas de bosques, parques y jardines hasta el suelo, donde se filtra y escurre entre los millones de granitos de roca y suelo. Llega a espacios subterráneos donde se mueve en ríos escondidos llamados mantos acuíferos, hasta donde alcanzan las raíces de algunos árboles para beber o las tuberías que los ingenieros colocan para bombear el agua hasta nuestras casas.

Como se ve en las macetas que todos hemos roto en el patio, el suelo bajo las plantas se mantiene unido gracias a las raíces que crecen hasta bien adentro en busca de agua y nutrientes. Entre los granitos del suelo y las raíces, el agua de la lluvia, el hielo o la nieve escurre hasta los mantos acuíferos.

En las grandes montañas, como los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl al oriente de la Ciudad de México, hay bosques tan viejos que no hay quien recuerde cuando sus árboles tenían apenas algunos centímetros de alto. Bajo ellos pasa lo mismo que en las macetas, el agua escurre entre sus raíces y a través del suelo.




Los dos volcanes y todo lo que vive en ellos forman uno de los parques más importantes de México, el Parque Nacional Izta-Popo, que nos permite conservar una gran variedad de seres vivos. Entre los miles de pinos y oyameles que crecen en los volcanes se puede encontrar un conejo pequeño y regordete que sólo vive en esos bosques, el teporingo o zacatuche; ahí también habitan venados cola blanca, zorras, linces, ¡incluso hay halcones de cola roja que vuelan entre los árboles a gran velocidad!

Gracias a que el ambiente en el Parque se mantiene lo más natural posible, los bosques pueden crecer. Esto no quiere decir que nada les pase. Con la temporada de secas los pastizales, que crecen más allá de los bosques y un poco antes de donde sólo hay hielo y nieve, se queman. Estos incendios son naturales y se generan por el mismo ambiente. El fuego se extiende hasta los bosques y con él mueren plantas enfermas. Con el calor, se abren los conos que cayeron antes de que iniciara el incendio y, entonces, las semillas de los pinos quedan entre la hojarasca quemada y el suelo para poder germinar con las primeras lluvias de la próxima temporada.

Con las lluvias de primavera y verano, bajo las ramas de los pinos y entre las fuertes raíces, crecen miles de hongos, algunos venenosos y otros comestibles. La gente que vive en los alrededores sube a recolectar los hongos comestibles para venderlos a los visitantes. Además, muchas otras personas suben todos los días durante todo el año, para cuidar de que las condiciones del Parque se mantengan lo más naturales posible; cuidan que nadie inicie incendios, que nadie dañe a los seres vivos, porque hacerlo afectaría el modo de vivir de todo cuanto ahí existe.

¡Tanta vida puede conservar un bosque sano! Más que él mismo. El agua que se filtra entre sus raíces llega a los mantos acuíferos, desde donde nacen pozos y manantiales o desde donde parten tuberías que la bombearán hasta nuestras casas. Por eso, es probable que el agua que escurrió entre las raíces de uno de los pinos más viejos de los volcanes termine purificada en el próximo vaso que bebas.

jueves, 9 de agosto de 2012

Scratch du oro

No falla; es temporada de olímpicos y nos inundamos de frustradas y frustrados que gozan con gritar a los cuatro vientos que no gustan del deporte, que no verán los olímpicos y que nadie que se precie de pensar un poco o de tener criterio debería de verlos.

Los hay que generalizan la sana práctica deportiva con las vilezas de quienes comercian con ella, sea en telecomunicaciones, sea en apuestas o sea en toda la parafernalia que permite el espectáculo de los juegos olímpicos. La verdad es que sí, los atletas tienen un empleo que gozan y por el cual reciben un pago... Cobran por jugar. ¿Tiene eso algo de vileza? Me refiero al hecho de hacer deporte y recibir un pago por ser suficientemente bueno como para generar en un público un torrente de sentires y pasiones.

En el caso anterior se meten las instituciones; ¿qué le vamos a hacer? Poco en este mundo está lejos de las instituciones, y si lo está ni nos enteramos, precisamente porque las telecomunicaciones se deben a las instituciones. Esos criticones se nos caen.

¿Qué pasa con quienes apelan a la competencia? Que si es mala, que si es ruin. Les tengo noticias, el deporte en sí mismo es competencia; en el caso de los olímpicos, sí que se enfrentan naciones, con al salvedad de que todo se realiza en un contexto de franqueza y equidad, cosa que no sucede con la tan constante pero deplorable guerra.

Sistemas educativos aparte, las competencias son inherentes al humano; somos seres vivos en diaria lucha por la existencia, otra cosa es cuando hay deslealtad y deshonor, pero la competencia es parte de las relaciones ecológicas que sostienen el entramado de la vida.

Vemos las disciplinas y claro que se ven ejemplos de deslealtad, de malos sentimientos, de ventajas injustas; sin embargo, hay atletas que a pesar de todo triunfan. Evidente ejemplo, pero no falta quien quiere echar mano y saludar con sombrero ajeno. Es donde entra otra historia y otro tema, la ética y el hacer bien las cosas al comunicar y "reflexionar", pero para eso están las entradas venideras.

¿Qué pasa con los otros escupidores? Sí, los que gozan con decir que "el segundo lugar es el primer perdedor". Bueno, pues es que no tienen idea, ni la más mínima, de lo que es hacer deporte para ganar. Además, no tienen idea de lo que es competencia; porque para que alguien gane, alguien debe perder; que hablan como si sólo fuese el preparado el que está ahí y el otro fuera un muñeco de paja.

En resumen, quienes escupen al deporte olvidan que al final de la partida, el rey y el peón van a la misma caja; que la competencia uno a uno o equipo a equipo sigue siendo leal y depende de muchísimos factores, entre ellos la capacidad del sujeto más allá de la parafernalia tecnológica o el peso de la historia.

Quienes escupen, generalmente no tienen las agallas de tomar un balón e intentar tirar al arco o de tomar los aros e intentar izarse hasta poner la cabeza a la altura de los eslabones. Se quedan con una superficie del espectáculo y no del deporte: Arañan el oro y se contentan, se conforman con ello.

jueves, 5 de julio de 2012

El hilo negro de junio

Comentario del hilo negro 99: Como humanos conformamos una colectividad, nuestras decisiones afectan a terceros ¿por qué elegir cosas o caminos sólo en nuestro solo beneficio? Eso elimina la colectividad del panorama.

Prefiero la primera del plural a la primera del singular..





Comentario del hilo negro 98: Ser intolerante con quien decimos que es intolerante es caer en ojo por ojo ¿no es así? ¿Acaso eso es pensamiento crítico? ¿Acaso equivale a firmeza?




Comentario del hilo negro 97: Olvido los sueños y será que nada quiero saber de ellos, que nada anhelo del deseo que subyace mis pensamientos, mis acciones. Mis manos se envuelven en la inmediatez y mi boca escupe cuando atizan un posible recuerdo. 

Eso es el motor de la civilización delirante.





Comentario del hilo negro 96: En tiempos revueltos, la vieja escuela resiste. ¿De qué te sirven los gadyets y los laiks si no sabes esbozar una sonrisa que no sea emoticón?




Comentario del hilo negro 95: Lo publicado en redes sociales se toma por verdad absoluta, pero no por la calidad de la información sino porque se descontextualiza. El contacto permite conocer más detalles y formar mejor las decisiones.




Comentario del hilo negro 94: El 10 de mayo es el día de todas las cosas.




Comentario del hilo negro 93: Es desesperante que se busque convencer por el sentimentalismo, al final todo se constriñe en un mundo, en una vida sin fundamentos.




Comentario del hilo negro 92: Y sólo con ser yo.




Comentario del hilo negro 91: Uno de los peores males que nos tiene como estamos es la idea de que una persona significa el futuro y las soluciones a los problemas que con soberana soberbia no nos atrevemos a enfrentar para solucionar. [Mejor aún: Uno de los peores males que nos tiene como estamos es la idea de que una persona ajena a nosotros significa el futuro y las soluciones a los problemas que con soberana soberbia y holganza no nos atrevemos a enfrentar para solucionar.]




Comentario del hilo negro 90: Salir a las calles a manifestarse requiere valor, pero requiere más valor dar significado y aplicar lo que manifestamos... Hacer de ese grito multitudinario algo patente en nuestras vidas.




Comentario del hilo negro 89: Recuperar el humor es signo de una buena salud emocional.




Comentario del hilo negro 88: Vivir intensamente no es beberse la vida de un sorbo.




Comentario del hilo negro 87: La razón para vivir está en que podemos seguir soñando, no en soñar que seguimos viviendo.




Comentario del hilo negro 86: Trabajar en el terreno corto no equivale a sólo mirar la propia nariz; el paso a paso no debe evitar mirar el horizonte.




Comentario del hilo negro 85: ¡Otra oportunidad! ¡Otra oportunidad! ¡Otra...! ¿Otra? El país de las oportunidades.




Comentario del hilo negro 84: El problema no es cuánto se debe, es que se debe.




Comentario del hilo negro 83: El problema de alzar la voz sin pensar, sin un final, es que acusa miedo a algo tan desconocido que puede ser ese mismo miedo. Acusa falta de reflexión y eso puede ser ignorancia del cuerpo y del espacio y del tiempo en que se vive.

¿Qué haces? X cosa... ¿Por qué? Por X razón... Y ¿qué con eso? No sé. Al final cae la noche. Noche, noche.





Comentario del hilo negro 82: Tan deplorable es fomentar la idea de mujer abnegada y obediente como lo es fomentar la idea de la puta como modelo a seguir.




Comentario del hilo negro 81: Quadri es el mejor ejemplo para sostener que ser preguntón no es lo mismo que ser crítico. Además, que utilizar bien el pospretérito no es cosa fácil ni conocida pero bien común en los "ciudadanos".




Comentario del hilo negro 80: Increíble, Kafkiano. Ayer, miles de cientotreintaidoses gritando y manifestando; hoy, quitan la exigencia de limpiar el traspatio de la educación en México para montar a un pendejo con sus borregas.

¿Manifestación por pendejos? ¡Sí! ¿Acaso sólo Televisa?

No vale invocar el concierto de McCartney, por lo menos él sí marcó historia.





Comentario del hilo negro 79: El presupuesto se necesita para más que para la gente por sí sola, el país es más que la suma de sus habitantes.




Comentario del hilo negro 78 (remix del 77): Porque todo es igual de manera que no hay parámetro para comparar qué sí está bacán (chido) y qué no; a quién amas y a quién no, quién recibe la sangre de tus venas y quién la de tus arterias y quién tus miradas y tus humores y tus desgarres... ¡Todo está en el mismo saco! En el mismo cajón; no hay sacrilegio porque nada es sagrado.

Discernir entre vivo y muerto, entre sobre y luz... Si nos quedamos empantanados en que todo es lo mismo ¿hay votación? ¿realmente hay diferencia entre ellos? Quiero pensar que sí, y que precisamente por eso sabemos qué sí queremos y qué no queremos. Pero indigna que tomar esa decisión da hueva y terror.





Comentario del hilo negro 77: Si todo es bacán, nada es bacán.




Comentario del hilo negro 76: Porque la holganza por vivir se escuda en el opinar y dejar al mundo como algo irremediable, la decadencia como un río que nos lleva. El pez que muere es porque vive, y vive porque nada.




Comentario del hilo negro 75: Ser y estar son dos verbos en español, no como en inglés o francés; de manera que deben entenderse por separado... Con su importancia.




Comentario del hilo negro 72: ¡Qué tanto se ha devaluado significar lo que se nombra! El amor no se hace como si fuera maquila; es más artesanal y artístico. El alma va en ello.

lunes, 2 de julio de 2012

Sin tirar la toalla

Hay eco interno, los pasos no llegan a las paredes revestidas por el tiempo en el gran cuadrilátero del Zócalo. La bandera ondea solitaria, casi pegada al asta. Una mujer sentada en las escaleras de la salida del Metro ojea un periódico barato; apenas se escuchan los autos por las calles y ya es horario de oficina. El centro deja transcurrir la vida por sus calles, un silencio inusitado en lunes.

La vida laboral continúa. Benditas vacaciones; en la red se contagia el activismo político y no falta quien golpea con la consabida hipócrita a quienes comienzan por la palabra y la difusión para luego pasar a la acción física. ¿Será que no cuenta como acción el hecho de informar y argumentar?

Pero ¿qué sucederá? Las primeras planas resaltan la fácil victoria que constituye el retorno de la dictadura perfecta. Al activismo se sigue la apatía y la tristeza, el luto y el miedo. ¿Miedo a qué? ¡Quién sabe! Pocos podemos nombrarlo: Miedo a pan con lo mismo, miedo al contracorriente de nuestro camino inmediato. Pero en absoluto miedo a la muerte.

Esto causa más tristeza que mirar el regreso del México Jurásico. El hecho de que la gente tiembla porque es necesario temblar, porque la multitud tiembla pero no sabe frente a qué tiembla, no sabe si realmente le afecta; en consecuencia, viene la apatía, la certeza de que nada puede hacer y eso es porque precisamente nada sabe de lo que podría hacer.

Las tiendas siguen abriendo, los claxon vuelven a sonar con sus amos histéricos.

¿De qué me sirve enterarme, informar, marchar, actuar? Si al final vuelven los dedos que me llaman hipócrita cuando intento irme por la derecha, respetar, reflexionar; si esos dedos pertenecen a criticones cómodos que no ofrecen argumentos salvo los yerros ajenos.

Y aún peor, ¿por qué buscar la congruencia? Si a mi alrededor el miedo ingenuo e ignorante da paso a la indiferencia de "ver el lado bueno" y mantenerse en la inercia que nos ha dejado donde estamos: Un pueblo virtual, ignorante de sí mismo, irresponsable, indiferente, insensible, inmediato, irreflexivo, un pueblo vestido de moda y no de historia, un pueblo vestido de simplezas gariboleadas y dispersas.

Buscar congruencia, enterarse, informarse, marchar, actuar... Todo eso por mi propia voz, que es lo que me queda en las ruinas entre las que ando; mi voz para mantenerme ligado a aquellos que también luchan, que también actúan agradecidos con la vida que se los permite.

En el zócalo vacío y triste se construyen nuevos caminos. En el cuadrilátero histórico se combate un nuevo asalto, dos minutos eternos hasta limpiar la sangre, la saliva y el sudor.