miércoles, 17 de abril de 2013

¿Será?

De nuevo andamos por aquí. ¡Ya era justo! Tanto tiempo de abandono era una falta de respeto. Ojalá no hayan sentido la ausencia.

La cosa es: La maldita página en blanco. A veces uno salta con una idea, pero se da cuenta de que falta sustento, así que nos dedicaremos a una cuestión de opinión: ¿Será culpa de las tecnologías? Y me refiero específicamente a dos casos: Los OGM y la dependencia del internet y la electricidad.
 

Es cierto que la velocidad con la que nos comunicamos nos mete en una inercia difícil de combatir, así que buscamos mantener el paso. Que mandar mensajes más rápido y barato, que tener el mejor rendimiento eléctrico y electrónico, que poder compartir no sólo un pensamiento también una vista o un suceso con todo y detalles. ¡Vamos! La lista es enorme y cada elemento puede resolverse con los constantes adelantos tecnológicos. Pero el ritmo trepidante de pronto convierte el gusto por comunicar a gran velocidad en una necesidad, y luego en un modo indispensable de vivir.

Hace un par de semanas estábamos buscando como locos (cada quién busca a su manera) un lector de tarjetas de memoria o un convertidor de memoria XD a SD. Indistintamente de cómo se solucionó la cosa, me percaté de que la cámara de la que queríamos descargar las fotografías realmente no era vieja, era de este mismo siglo, y sus accesorios ya eran tan obsoletos que estaban descontinuados.


¡Lo sé! Es chiste viejo. La tecnología lleva esa aceleración desde el siglo pasado.

El detalle es que eso me llevó a pensar ¿acaso ya no es útil mi celular? (huelga decir que su máxima tecnología es el bluetooth). Eso me aterró, porque parece que la vida no tendría sentido sin suficientes chunches electrónicas como para revisar el feisbuc y el tuiter cada instante, como para poder tener acceso a la red con suficiente potencia como para subir y bajar archivos de peso considerable.

Claro, no es culpa del ingeniero. Él invento un teléfono celular para agilizar los servicios en un hospital; él inventó un sistema de red para procesar datos de manera confidencial y cerrada; él inventó un objeto para inmortalizar momentos. Pero ¿acaso los inventaron para esclavizar? Cualquiera que simpatice con la teoría de la conspiración diría, con el adecuado tono paranóico, que sí; en mi caso, digo que no. Los avances no tienen la culpa.

Lo mismo sucede con los OGM. ¿Que son malos? Bueno, dudo que exista maldad en algo cuya moral no se conoce. Más allá de ese simplismo, la manipulación genética ha servido para numerosos avances en el conocimiento de la naturaleza de las moléculas de los seres vivos. Se han encontrado mejores maneras de combatir los efectos de bacterias, virus y demás bichos. Se han encontrado formas de "mejorar", en terminos de rendimiento para beneficio humano, diversos organismos. Incluso, formas de conservar organismos al borde de la desaparición.

Pero eso lleva un costo: Pérdida de biodiversidad ante la uniformización de la identidad genética de los seres vivos. Y peor aún, la posibilidad de patentar la vida.

Sin embargo, ello no es culpa del interés legítimo de un científico. Al menos no en la generalización de la disciplina completa, que afortunadamente nos obsequia el beneficio del anonimato.

¿Dónde está el problema?

Una opinión no basta, y prometo una entrada con sustentos razonables. Por ahora, me resigno a decir que el problema estriba en la manera en que funcionan esos temas (que son entramados de conceptos, ideas y enunciaciones). ¿A qué me refiero con esto de funcionar?

Según Mary Hesse, las teorías científicas son redes de conceptos que se entrelazan y se desarrollan en el seno de alguna disciplina científica para explicar y procurar comprender algún aspecto de la realidad. La función de estas redes es justo ser asimilada y comunicada efectivamente con un público tanto especializado como no especializado, y que derivado de esa asimilación, tengan repercusiones en diversas formas de aplicación (no necesariamente ingenieriles y materiales).

Así, digo que el desarrollo de tecnologías como los gadgets y los OGM no es malo, sino la forma en que nos relacionamos con esos desarrollos y esta forma depende en gran medida de nuestra cosmovisión. Es entonces cuando resuena en mi cabeza la palabra "consumismo".

Hasta la próxima...

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