domingo, 16 de diciembre de 2012

Estrechez en el horizonte

Recientemente me he encontrado con camaradas de ciencia, compañeros de disciplina, y en estos encuentros ha vuelto a cuento una vieja controversia: La estrechez de sus visiones. Tampoco es que me quiera entrometer en temas de metafísica y cosas por el estilo. Es una reflexión que pretendo poner en crudo.

Hace años que me intereso por la divulgación de la ciencia a pesar de que aún no logro iniciarme formalmente en la disciplina. En un principio, hacía corajes al escuchar gente que se expresaba literalmente así: "Yo no tengo por qué enseñarle a idiotas cosas que la verdad no van a entender" y, como consecuencia, se condenaba al olvido el conocimiento sobre el mundo empírico. Ahora, me entristezco.

La tristeza no es por la condena literal al enclaustrar la información. Más bien, me da mucha tristeza escuchar soberbia en gente que debería de evitarla; no tanto por la labor de divulgador, sino por la razón de las ciencias naturales: estudiar el mundo empírico toda vez que su comprensión nos ayudará a comprendernos más, lo cual implica colocarnos en un sitio diametralmente opuesto al de amo y señor del universo (merced a la herencia divina o lo que gusten).

Lo peor viene cuando esas mismas palabras de soberbia salen de quien busca ser divulgador. De cualquier modo, la cosa va así: ¿qué tan amplio es el criterio?

Independientemente de nuestra disciplina, es frecuente que la gente condene a las primeras de cambio y no con un "me gusta o no me gusta" sino con "es inferior" o con construcciones que acusan en su sentido lo chocante que es hablar de un tema y su menosprecio.

Pongo el ejemplo: Se habla de un bicho cualquiera ante un público más bien heterogéneo; es bueno exponer las características biológicas de ese ser vivo, eso habla del dominio disciplinario. Sin embargo, ese mismo dominio se merma cuando sólo se hiper-especializa. Por el contrario, el conocimiento especializado (biológico en este ejemplo) cobra un mayor sentido cuando se sitúa en una realidad en la que no sólo valen taxonomías y moléculas, cuando se vincula con una realidad menos ajena a ese público heterogéneo.

Sin embargo, mucha gente goza de alimentar su ego al mostrar su conocimiento sin buscar que sea comprendido en un diálogo con el lector-escucha-testigo. Es entonces cuando el resultado es hartazgo y rechazo por quienes no comparten la estrecha visión del expositor, y se alimentan declaraciones como las que abrieron esta reflexión: nadie entiende, ergo se condena al olvido.

No sólo de pan vive el hombre. Es una característica de la "universidad" ese carácter "universal" que tanto se ha diluido en el absurdo afán de coleccionar especialidades, disciplinas estrechas que poco a poco se hacen  más ajenas al humano. Ya he hablado del tema en otras entradas, y se vincula con este porque justo cuando se trata de entender el mundo empírico, como lo reflexionó el buen René Dubos en Los sueños de la razón, uno no puede tener estrecho el horizonte.

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